Cómo ayudar a alguien que no quiere ser tratado

Cómo ayudar a alguien que no quiere ser tratado

Cada vez es más frecuente que la solicitud de terapia o apoyo psicológico no sea formulada directamente por la persona que padece el malestar sino por una persona unida a él por un vínculo sentimental o por relaciones familiares.

Esto sucede porque la persona que debe formular una solicitud de ayuda no siente la necesidad y/o necesidad de consultar a un especialista ya que el malestar que carga es egosintónico (no se percibe un problema como tal, por ejemplo el compulsivo). jugador no siente que tiene un problema real) o porque no confía en la eficacia de un tratamiento psicoterapéutico o porque el malestar que padece es tan agudo que no puede afrontarlo.

El profesional interpelado no por el interesado parece entonces enfrentarse a una pregunta paradójica: ¿cómo puedo ayudar a una persona que no quiere ser ayudada?

Somos muy conscientes de que no es realista poder dar ayuda a alguien que no la solicita, pero en nuestra práctica nos sigue pareciendo importante poder dar un espacio de escucha a alguien que se ha convertido en el vocero de la malestar de los demás ya que muchas veces estas personas son las que más se resienten y se sobrecargan de angustias relacionadas con el cónyuge/familiar que está enfermo: un marido alcohólico o ludópata, un hijo o hermano drogadicto, una hija que no quiere irse la casa o que ha dejado de ir a la escuela, una esposa severamente deprimida o un familiar afectado por una patología orgánica de cierta importancia.

Todas situaciones -esas- que pueden generar un fuerte sentimiento de » vergüenza » en quienes se ven obligados a enfrentarlas indirectamente con un probable aislamiento consecuente, que no hará más que amplificar el malestar. Los casos señalados implican, por parte de quien se hace cargo de una solicitud de ayuda, una vivencia de preocupación y angustia que se “traduce”, en el encuentro con el terapeuta, en la solicitud urgente de consejo y formas prácticas de afrontar El problema del otro ausente.

Más que responder a estas preguntas (después de todo, ¿cómo se podría tratar con una persona que no está y a la que ni siquiera conocemos?) el terapeuta podrá dar espacio y apoyo a quien ha activado la petición ya que, al hacerlo, en primer lugar, se dispuso a reconocer la existencia de un problema y también a abordar sus propias experiencias relacionadas con él de una manera más consciente.

Este abordaje permitirá a la persona que se hace cargo de la solicitud de ayuda elaborar y compartir sus vivencias angustiosas relacionadas con lo que está viviendo. Al mismo tiempo, esto le permitirá salir del aislamiento y situarse de una manera diferente y más constructiva frente a los problemas que presenta la persona a la que está vinculado afectivamente, introduciendo nuevos elementos en la relación con ella que permitir el surgimiento de nuevas modalidades relacionales y, con estas, la posibilidad de que diferentes experiencias que permiten el surgimiento de un pedido de ayuda se abran paso también en el otro.

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