Cómo podemos manejar el estrés de una manera saludable

Cómo podemos manejar el estrés de una manera saludable

Si tuviéramos que formular en una palabra todo lo que vive la contemporaneidad, sería «estrés». Forma parte de cada día, nos acecha a cada paso, nos activa cuando las cosas no son como queremos y nos empuja, por la incapacidad de gestionarlo, a gestos y verbalizaciones de las que luego nos arrepentimos.

El estrés se produce cuando todo lo que nos rodea nos abruma, y ​​por mucho que neguemos que tenemos múltiples roles sociales, su superposición denota que no somos ubicuos y que vale la pena elegir la vida a menor velocidad, conscientes de que las cosas no se pueden hacer simultáneamente, pero con la dosificación de energía de tal manera que no acabemos en piloto automático, sino que seamos nuestros propios conductores, capaces de controlar el kilometraje de nuestras vidas.

Cabe mencionar que el estrés crónico o extremo es como un tsunami, teniendo la capacidad de dejar cicatrices tanto físicas como emocionales.

Y sin embargo, ¿cómo hacemos “amigos” del estrés, reconocerlo como un conocido mayor, pero con el que no queremos seguir viviendo? En lo que sigue aprenderemos que no es tan complicado desligarse y aceptarlo como evidente y real, pero sin darle poder sobre nosotros.

1. Sé consciente de las complicaciones del estrés

Según la APA (Asociación Estadounidense de Psiquiatría), desde el punto de vista físico, una persona puede presentar síntomas como dolores musculares, presión arterial alta, insomnio, pero también otras enfermedades asociadas con un sistema inmunitario debilitado. El estrés crónico también es responsable de la aparición de enfermedades cardiovasculares, respectivamente, la obesidad, debido a que, en situaciones de vida estresantes, las personas encuentran refugio en el consumo de aquellos alimentos que les brindan comodidad. Asimismo, la depresión y la ansiedad forman parte del mismo espectro de complicaciones, pero en la misma categoría también podemos agregar la irritabilidad, el cansancio, combinado con la probabilidad de convertirse en consumidor de sustancias prohibidas.

Sería una utopía pensar que podemos eliminar toda fuente de estrés en nuestras vidas. Pero es imperativo conocer y adaptar ciertas estrategias, a través de las cuales podemos reducir los estados desagradables, respectivamente los efectos fisiológicos asociados con el estrés.

2. Dibujemos límites

A menudo es más fácil para nosotros cargarnos con muchas cosas que hacer en un día. Pero es bueno tener cuidado de no sobrecargarnos manteniendo una agenda interminable. Así, se puede evitar la inminente caída al abismo. También según la APA, es necesario establecer nuestras prioridades y las actividades que podemos realizar sin afectar de ninguna manera nuestra integridad física e intelectual. Es hora de aprender a delegar diversas responsabilidades (sin sentirnos inferiores por hacerlo, sin considerarlo un signo de debilidad) y formar -tanto en casa como en el trabajo- verdaderos grupos de apoyo, equipos en los que confiar y con los que mover montañas. . No en vano se dice que “donde hay dos crece la fuerza”.

3. Vamos a dormir lo suficientemente bien

Cuando tenemos muchos pensamientos y nos presionan situaciones para las que no encontramos solución, corremos el riesgo de perder el sueño. Y aquí, la responsabilidad recae en el estrés crónico, que no solo no nos deja descansar, sino que nos aleja del ansiado relax. En este sentido, la Asociación Americana de Psiquiatría nos anima a cambiar nuestros hábitos existentes. Así, una o dos horas antes de acostarnos, los especialistas nos instan a realizar tantas actividades relajantes como sea posible (ya sea leer un libro mientras nos bañamos, o meditar, hacer yoga o incluso escuchar nuestra música favorita). También nos instan a alejarnos lo más visiblemente posible de todo lo que signifique pantallas (televisores, tabletas, teléfonos, etc.), dejando así para el día siguiente las preocupaciones que requieren nuestra mayor atención.

4. Practiquemos la respiración abdominal

Según la Escuela de Medicina de Harvard, la respiración abdominal es una de las mejores herramientas que tenemos a nuestra disposición para restaurar nuestro cuerpo después de haber estado expuesto al estrés. Practicando este tipo de respiración durante 10-20 minutos se regula el ritmo cardíaco, se oxigena la sangre y se disipa la tensión registrada en el cuerpo. Esta respiración se puede practicar en cualquier lugar y siempre que sintamos la necesidad. Lo importante es inhalar profundamente por la nariz hasta que el pecho se llene de aire y el abdomen se expanda, para luego exhalar. Los efectos beneficiosos se notan desde las primeras respiraciones. Por supuesto, podemos asociar la respiración con otras técnicas de relajación. Puede que al principio seamos escépticos y no demos crédito a este tipo de respiración, pero con el tiempo sentiremos que se ha convertido en una auténtica relajación.

5. Centrémonos en una cosa a la vez

No es raro que nos sobresaltemos por la mañana al ver cuántos nos esperan ese día, por lo que tratamos frenéticamente de eliminarlos uno a uno. Pero en todo este revuelo, nos cuesta pensar en los consejos de los especialistas en relajación. Sin embargo, la Asociación Estadounidense de Psiquiatría aconseja comenzar practicando solo una forma de relajación, ya sea que elijamos hacer yoga, caminar o cualquier otro tipo de movimiento físico, lo que termina estimulando la secreción de endorfinas a nivel cerebral. Por supuesto, no será fácil para nosotros al principio. Pero con el tiempo, una vez sintamos las primeras reacciones positivas, recurriremos una y otra vez a conseguir ese estado de relajación.

6. Pidamos ayuda especializada

Es importante saber que no es recomendable acudir a un especialista en salud emocional solo en el último momento. Cada uno de nosotros conoce los límites a los que nos puede llevar el estrés. Pero es prudente hacerlo de tal forma que nos pongamos en primer lugar (no por egoísmo, sino por realismo y madurez). Porque sólo así, siendo buenos, podremos atravesar los períodos ajetreados de nuestra vida. Cabe mencionar que, más allá de que podamos desahogarnos frente a una persona de confianza, cercana a nuestra alma, un especialista tiene la capacidad de guiarnos, adaptando nuestras estrategias a los elementos generadores de estrés, de acuerdo con nuestra personalidad.

Nunca es demasiado tarde para comenzar este proceso de «rehabilitación» emocional. Pero es bueno saber que este «ahora» puede llegar tarde mañana. Durante este período, tenemos aún más razones para sentirnos asaltados por todos lados por noticias, sucesos, balances, noticias del lugar de trabajo, niños que no hacen los deberes a tiempo en casa o parejas nerviosas, a su vez, por lo mismo. cosas. Y debido a que todo esto está sucediendo dentro de solo cuatro paredes, existe una gran posibilidad de que salten chispas. Ahora es el momento de romper el círculo vicioso, acabando con el estrés que nos lleva a donde él quiere que vayamos. Es hora de mirarnos con objetividad y radiografiar la situación en la que nos encontramos. Podemos comenzar con pequeños pasos cíclicos, que podemos convertir en entrenamientos mentales diarios (que eventualmente se convierten en fuentes de confianza).

Asimismo, no es un buen momento para traer de nuevo a la palestra los problemas maritales, pero sí para formar un equipo imbatible, con el que podamos atravesar todas las vicisitudes.

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