¿Con qué frecuencia sales contigo mismo? La psicología de la relación con la propia persona

¿Con qué frecuencia sales contigo mismo? La psicología de la relación con la propia persona

Todos los días, programamos actividades, reuniones importantes en un contexto profesional o personal y vivimos nuestras vidas de acuerdo con las prioridades. La mayor parte del tiempo, dividimos nuestro tiempo combinando la vida familiar con la vida profesional. Las cosas pasan rápido, marcamos el primer punto de la  lista de pendientes , pasamos al siguiente y así sucesivamente, hasta agotar todo lo que anotamos en nuestra agenda diaria. Al final del día, nos damos cuenta de que a veces pudimos haber hecho las cosas de otra manera con mejores resultados, otras veces nos sentimos satisfechos de haber logrado lo que nos propusimos. En la prisa por resultados y actividades pendientes nos olvidamos de algo esencial: encontrarnos con nosotros mismos y hacer de este encuentro un hábito diario de salud mental, física y emocional. 

A primera vista, puede parecer al menos extraño salir contigo mismo y observarte en cada acción de tu lista de prioridades, notar los pensamientos que pasan por tu mente, las emociones y sensaciones corporales asociadas a ellos. Luego, a medida que la presencia se convierte en parte del  ser  en cada actividad que emprendemos, comenzamos a acostumbrarnos a vivir la vida al máximo.

¿Cuándo sentimos más intensamente el hábito de salir con nosotros mismos? 

Quizás se pregunte por qué debería hacer que salir con usted mismo sea una rutina diaria. Más específicamente, ¿cómo puedes estar en contacto con tus pensamientos, emociones y sensaciones corporales asociadas con ellos mientras estás presente en cada actividad que realizas? Por otro lado, implementar un hábito e integrarlo en tu rutina diaria requiere mucha disciplina e involucra muchos factores que en ocasiones pueden dificultar esta práctica o incluso llevar a abandonar su implementación. 

También quería convencerme de la utilidad de tal enfoque y me permití experimentarlo con la intención de convertirlo en un hábito diario, para tener una imagen más clara de mi salud (mental, física y emocional). Hice una cita conmigo misma un día en que mi agenda estaba cargada de tareas que requerían mi involucramiento con todos los roles sociales que tengo: esposa, madre, terapeuta. Desde la mañana, las primeras tareas de la lista transcurrieron sin problemas y después de los tres primeros puntos experimenté un sentimiento de realización, alegría y gratitud. 

Las cosas se complicaron cuando mi hijo dio positivo (por COVID-19), justo antes de ir a la escuela. Aquí estoy en el primer enfrentamiento con una situación en la que tuve que tomar decisiones, organizarme, hacer todos los pasos que se requieren en tal situación, en el contexto en el que nos encontramos. A nivel mental me las arreglé muy bien, centrándome en lo que tenía que hacer concretamente (tanto en la familia como en lo profesional). Emocionalmente, aceptar la realidad nos incomodaba, especialmente en los primeros minutos después de que la prueba diera positivo. Luego, después de que nos acostumbramos más a la situación (y debido a que los síntomas físicos de mi hijo eran leves), nos calmamos y nos sentimos en control y funcionando. Desde el punto de vista físico, no sentí molestias, mi cuerpo se adaptó bastante bien a la situación. A nivel profesional, el único cambio que hice fue pasar las sesiones de la oficina a online. Al concluir esta experiencia, me di cuenta de que los miles de encuentros que tuve conmigo mismo y los años que pasé en programas de autoconocimiento y aprendizaje continuo contribuyeron al manejo efectivo de la nueva situación. 

Necesitamos encuentros con nosotros mismos para afrontar los retos de la vida

Si analizamos las cosas más profundamente, en nuestra rutina diaria, prestamos muy poca atención a lo que hacemos con lo que sentimos; qué hacemos con las señales que recibimos del cuerpo físico en situaciones límite o desafiantes; qué hacemos con la mente que a veces “teje” escenarios que nos ayuden a encontrar las mejores estrategias para salir de un callejón sin salida. Por eso tu encuentro contigo mismo puede ser uno de esos momentos donde creas el contexto para nombrar lo que sientes, para dirigir tu atención a tus necesidades, a los recursos que tienes o crees necesitar, para obtener máximos beneficios de las acciones en las que te comprometes 

Además de todo lo anterior, tu encuentro contigo mismo puede ponerte cara a cara con las cosas menos agradables de tu vida, con emociones y estados de ánimo que has tratado de ignorar y que afloran en diferentes contextos de vida. Ahora ya no puedes ignorarlos ni esconderlos debajo de la alfombra, porque si haces esto repetidamente, aún encontrarán la manera de alcanzarte y expresarse. 

Así, puedes recopilar información valiosa sobre ti mismo, sobre tus valores personales, sobre los límites que tienes o no tienes en relación con otras personas, sobre tus dones, dotes y talentos. También puede evaluar su resiliencia, pero también el grado de riesgo que puede asumir en un determinado contexto.

¡Haz tiempo para tu cita contigo mismo y convierte este hábito en una rutina diaria para tu salud mental, física y emocional! 

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