
Miedo a expresarse: ¿qué hacer?
Índice
El miedo a la autoexpresión se ha convertido en un problema en nuestra época, que en cambio exalta la extroversión. Una lectora de Riza psicosomática , Caterina, escribe al respecto :
“Tengo 37 años, soy demasiado reservada y taciturna y esto me lleva a sentirme incómoda en muchas situaciones. No puedo relacionarme bien con la gente, no puedo expresarme. Cuando estoy entre los demás y sé que tengo que hablar, me siento vacío, no puedo pensar, explicarme bien, hacer un discurso completo. Debido a esto, tiendo a permanecer en silencio y casi siempre parezco triste. Me gustaría cambiar, pero no sé cómo hacerlo. ¿De qué depende todo esto?”.
Piensa en la introversión como un regalo.
¿Está mal ser una » persona reservada y taciturna «? Ciertamente no. Pero Caterina cree que sí, y aquí empieza su problema. Como le sucede a muchas personas que tienen miedo de expresarse, ella también está experimentando una lucha interior : por un lado está su forma natural de ser, por otro ella misma que rechaza precisamente esa especificidad y no hay malestar psíquico que sea no la expresión de un conflicto interior.
La psicología profunda enseña que hay personas extrovertidas y otras introvertidas , así como en la naturaleza hay animales que viven en manada y otros que llevan una vida solitaria. Se trata pues de una cuestión de características, no de límites o defectos : quien vive así su introversión no se da cuenta de que está «sentado sobre un tesoro», ya que en verdad esa forma de ser suele ser sinónimo de gran riqueza interior.
Desafortunadamente , la introversión , un término introducido en psicología por Carl Gustav Jung sin ninguna connotación de valor, se ha convertido en un problema en el discurso común de nuestra época, que en cambio exalta acríticamente la extroversión. El malestar que siente Catherine, por tanto, no surge de la timidez sino del juicio , la crítica y el ataque a este aspecto de su carácter. El sufrimiento es generado por el contraste entre la esencia profunda y la máscara que Caterina intenta ponerse sin lograrlo. Entre el núcleo y la superficie no hay coincidencia: lo primero es lo que eres, lo segundo lo que quieres o crees que deberías ser. Si no coinciden, estalla el sufrimiento y también se pierde la fluidez en la comunicación.
Si recitas, las palabras se atascan.
Generalmente, el introvertido sabe estar solo y tiene buena relación con el silencio , siempre que no los considere debilidades, defectos a corregir y que no se decida a luchar contra estos rasgos de su propio carácter. Muchas veces queremos vivir la vida de pareja según un modelo aprendido, convencional y socialmente reconocido que no corresponde a nuestra naturaleza.
Hay muchas y diferentes maneras de experimentar la sociabilidad . Si seguimos un camino enteramente externo, nuestro núcleo interior, que es más sabio que nosotros, nos bloquea, boicotea nuestros intentos y nuestros esfuerzos, confunde nuestras ideas: por eso Caterina siente su mente vacía, sus pensamientos se mezclan, no logra comunicarse. con los demás y así termina callándose y culpándose a sí misma.
Dejar aflorar la singularidad es la única manera de realizarse y es la fuente del verdadero bienestar.
Solo hay una forma de expresarte, la tuya
Los introvertidos no son cerrados e inalcanzables como los pinta el imaginario colectivo. En realidad son personas introspectivas , predispuestas a la reflexión y a la escucha y que, cuando hablan, suelen decir cosas significativas. Caterina quisiera imponerse una forma de comunicarse y de estar con los demás que no le pertenece, que no refleja su naturaleza.
El único consejo útil es suspender todos esos juicios negativos y todos los enormes esfuerzos que está poniendo en marcha, aceptar el malestar que siente , el vacío de pensamientos y la angustia que siente cuando está entre la gente y espera . Sus trabajos y sufrimientos pronto cesarían si tuviera más respeto y cuidado por su introversión. No sólo eso: aprendiendo a detenerse en sus propios silencios , vería emerger las habilidades sociales y comunicativas que naturalmente le pertenecen, pero que quieren expresarse de una manera diferente a ese modelo aprobado que Caterina persigue desde hace algún tiempo, en vano.