
¿Cuál es tu relación con tu propio cuerpo?
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Somos bombardeados en todos los canales posibles con imágenes de cuerpos perfectos, vidas impecables, personas que están para siempre lejos en vacaciones de lujo, y (con razón) asumimos que esta es la realidad, cuando en realidad no lo es ni mucho menos.
Las redes sociales nacieron con la idea de relajarnos, de acercarnos, de ver algo más que la cruel realidad, regida por carencias e insatisfacciones, pero del plan original al momento presente, la normalidad de la realidad ha pasado en el otro extremo.
Hemos venido a referirnos a nuestra existencia en medio de la vida (resumida en quince segundos, tan larga como un «relato») y aprovechamos la «receta» para publicar cuando estamos felices, tranquilos, realizados, en el mejor momento. del día, sin darnos cuenta de que perpetuamos una «realidad» imaginaria.
Notamos, conscientemente, cómo los filtros distorsionan la realidad, pero terminamos mirándonos y autocriticándonos por la forma en que nos vemos, por la mala suerte, los fracasos y los arrepentimientos que tenemos, sin tener una base real con la que compararnos.
Will Smith – pura honestidad
Pues bien, en un mundo de formas sin fondo y de una perfección extrema, totalmente inhumana, el actor y comediante Will Smith es la personalidad que, según la web esquire.com , recientemente tuvo el coraje de presentarse en nuestra cara, la de todos, publicando un foto de sí mismo en las redes sociales , que lo muestra en la peor forma física en la que jamás haya estado. El coraje y la sinceridad para exponerse a las barreras sociales devuelve a Smith a las filas de las estrellas más populares, más aún porque en la misma publicación, el actor no desactivó su caja de comentarios, en la que “fluyeron” ríos de apreciaciones.
Normalizando la «positividad corporal»
El concepto de positividad corporal está empezando a ganar cada vez más terreno últimamente, y nos alegra ver esto en una época gobernada por la ortorexia, la anorexia, la bulimia y muchas otras enfermedades metabólicas.
Después de un lapso de tiempo donde el movimiento ha sido limitado (debido a la pandemia), donde la comida se ha convertido en el único bálsamo para el alma (para muchos de nosotros), es saludable interiorizar e incluso verbalizar que es perfectamente normal no estar en el de la mejor forma, pero al mismo tiempo, darnos cuenta de que es necesario sentirse bien en nuestra propia piel, independientemente de la situación, y si podemos mejorar la situación, hagámoslo sin falta. No estamos diseñados genéticamente para tener el mismo peso, al igual que no estamos creados para tener las mismas opciones de alimentos o pensar de la misma manera. Somos únicos, y eso es lo que nos diferencia unos de otros. Señalar con el dedo la apariencia física de alguien no hace más que proyectar, en el espejo, otra parte herida de nosotros que todavía necesita sanar.
No olvidemos el hecho de que algunos de nosotros podemos sufrir de un problema médico que nos trae kilos de más, o tal vez estamos pasando por un período extremadamente ocupado y estresante, o incluso tenemos un bagaje genético y una conformación que no nos ayuda a ser modelos ;de pasarela cualquiera que sea la razón detrás de los kilos de más, no es motivo para ceder al acoso.
¿Qué dicen los psicólogos?
Desde la perspectiva de la especialista, la psicóloga Nora Neghină concluye: «Es una señal de sabiduría cuando aceptamos que nuestra apariencia, nuestro cuerpo, cambia no solo de una edad a otra, sino también de una estación a otra, incluso de un día». en el día a día, y más aún dependiendo de los periodos, eventos y estados por los que atravesamos en la vida. Estos cambios son naturales. Es menos natural querer que nuestra apariencia cumpla con ciertos estándares independientemente de la raza, la edad, el sexo, el entorno de vida o las situaciones que enfrentamos y recurrir a comportamientos extremos (deportes, dietas, cirugías, etc.) normas».
Soy mujer y me doy cuenta de lo difícil que es aceptarte como eres, distinguiendo entre cuidar y descuidar tu propio cuerpo. No fui una sílfide hasta los primeros años de mi infancia, siendo el deporte parte de mi formación, actividad que venía acompañada de un desarrollo muscular, que me alejaba de las pasarelas de los desfiles de moda. Entendí tarde que la salud es lo primero y que, por mucho que nos esforcemos o cuantas dietas sigamos, ciertos cuerpos se obstinan en conseguir la forma de la perfección. Sin embargo, agradezco a mi cuerpo que me lleve a todas partes, que me deje disfrutar de las carreras matutinas, que no se canse cuando la mente ya pide un respiro, que esté a mi lado y no pida nada en devolución, excepto aceptación.
¿Qué se haría?
Así, mi súplica va dirigida al público joven, que recurre a la autocrítica ya las dietas o al hambre, convencido de que así aparecerá la felicidad.
Sugiero que enfoquemos nuestra atención en el bienestar que tenemos con nuestro propio ser, pero si aún sientes que no estás satisfecho con tu apariencia, si notas ciertos comportamientos individuales que sustituyen los vacíos del alma, llama, con todo confianza, para ayudar a los especialistas .
Estamos agotados, y desde hace más de un año nuestras vidas se ven diferentes y tenemos que adaptarnos a la nueva normalidad. Así, si todavía estamos en el capítulo de aprender, tal vez sea hora de estar más atentos a nosotros mismos ya los demás, limitando nuestras críticas, observaciones infundadas, optando por disfrutarnos unos a otros y celebrar la vida.