
Cuando a los niños les va mal en la escuela: ¿por qué les cuesta estudiar a los niños?
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En este artículo tratamos el tema de la desmotivación en el estudio que preocupa y angustia a padres, profesores y ciertamente a los propios niños. La desmotivación, por un lado, y el bajo rendimiento académico, por otro, también producen una baja autoestima.
Trataremos de entender qué sucede cuando estás comprometido en una tarea de aprendizaje y qué significa estudiar estratégicamente y cuáles son los efectos positivos que esto conlleva.
Según la experiencia de los psicólogos escolares, los docentes suelen quejarse de que sus alumnos están desmotivados para los compromisos escolares, desinteresados por la escuela, pero lo que más les asombra, que no se explican por sí mismos, es que son alumnos capaces y superdotados.
La literatura psicológica nos dice que se trata de alumnos que si son evaluados con pruebas de nivel (WISC o WAIS) tienen un funcionamiento cognitivo medio pero durante la fase de estudio su rendimiento no está acorde con su potencial. No existen problemas de aprendizaje específicos y las dificultades de aprendizaje de estos alumnos son atribuibles al área de trastorno de aprendizaje no específico. Los estudios realizados en el campo de la psicología del aprendizaje argumentan que en estos alumnos los procesos de seguimiento y control de las operaciones cognitivas, es decir, los procesos metacognitivos, son deficientes (Cornoldi et al. 2001).
¿Qué sucede cuando estás comprometido en una tarea de aprendizaje?
Comencemos diciendo que estudiar es un tipo de aprendizaje intencional, la intencionalidad y la autorregulación son dos características del estudio.
Los estudios realizados en el campo de la psicología cognitiva han demostrado que cuando una persona se dedica a una tarea de aprendizaje, implementa su propio «estilo» o forma personal de aprender que es diferente de persona a persona y se refiere a todas las áreas de aprendizaje, no solo a la escolástica (A. Antonietti, 1998). El término estilo cognitivo significa entonces describir la modalidad que posee un individuo al momento de procesar información en el ámbito de la percepción, la memoria, el pensamiento; es decir, tiene la información en su mente, cómo la guarda, cómo la recupera (Boscolo, 1986).
El estilo cognitivo afecta la forma en que el estudiante aborda las tareas y los caminos elegidos, por lo que afecta a nivel cualitativo más que cuantitativo (C. Cornoldi, 1991; C. Zamperlin y R. De Beni, 1997).
En la literatura existen diferentes estilos cognitivos y no siempre hay una convergencia entre los diversos autores ; los estilos cognitivos sobre los que hay convergencia entre los diferentes autores son:
- Estilo cognitivo verbal en oposición al estilo visual;
- Estilo cognitivo global en oposición al estilo analítico;
- Estilo cognitivo sistemático versus estilo intuitivo;
- Estilo cognitivo impulsivo versus estilo reflexivo.
Tomemos un ejemplo:
Un alumno con estilo cognitivo visual prefiere un código de tipo visuo-espacial, sus estrategias de aprendizaje más utilizadas serán las imágenes mentales, dibujos, representaciones gráficas, etc…; por lo tanto, su conocimiento será almacenado y conservado sobre todo de acuerdo con este estilo cognitivo; por el contrario, un alumno con un estilo cognitivo verbal prefiere un código de tipo lingüístico, sus estrategias de aprendizaje conocen los resúmenes, asociaciones verbales, etc…
Cada estilo cognitivo está, por tanto, ligado al uso preferente de una determinada clase de estrategias que se utilizan para procesar la información, y que hacen uso, como hemos visto en los ejemplos, de modalidades sensoriales específicas. La inteligencia de una persona no depende únicamente de la capacidad para realizar determinadas operaciones mentales sino, sobre todo, de la capacidad para dirigir, planificar, vigilar y controlar estas operaciones cuando se dispone a perseguir un fin preestablecido o deseado, que puede ser estudiar.
Cuando un alumno no sólo utiliza estrategias de estudio sino que sobre todo posee conciencia de las mismas podemos decir que es capaz de utilizar conocimientos metacognitivos (JH Flavell, 1976). El estudio estratégico está relacionado con la metacognición.
Por lo tanto, se vuelve fundamental dotar a cada estudiante de una mochila que contenga una serie de equipamientos, es decir, con una amplia gama de estrategias (cognitivas, metacognitivas, socioafectivas, volitivas) para ser utilizadas cuando se dedican a una tarea de aprendizaje.
Pero concretamente, ¿cómo podemos ayudar a estos alumnos?
Saber solo no es suficiente, también es necesario saber cómo.
El espacio físico, un lugar silencioso, acogedor, luminoso y alejado de distracciones es el primer requisito, seguido de la organización de la tarde y de la semana, la planificación del estudio ; el uso de algunas estrategias cognitivas puede tener efectos positivos en el aprendizaje y puede ser de gran ayuda para facilitar el procesamiento y garantizar un mejor aprendizaje.
Ha sido demostrado por varios estudios (Wainer, 1985,1986) que si un estudiante atribuye su éxito académico a causas internas controlables, como el tiempo dedicado a estudiar, el uso de estrategias cognitivas, metacognitivas, tendrá mayores posibilidades de éxito. en el trabajo escolar porque es consciente de su capacidad para dominar la situación.
Un “círculo virtuoso”
Fortalecer la capacidad de atribuir los logros académicos a causas controlables tiene efectos positivos en el sentido de autoeficacia. La percepción de la propia eficacia apoya la motivación y aumenta el compromiso con la continuación de una tarea incluso en presencia de dificultades. El concepto de autoeficacia, como escribe Bandura (1986), se refiere a la “creencia en la propia capacidad para organizar e implementar el curso de acción necesario para manejar adecuadamente las situaciones que nos encontraremos con el fin de lograr los resultados preestablecidos. Las creencias de eficacia influyen en cómo las personas piensan, sienten, motivan y actúan.
En una determinada y significativa edad del adolescente el fracaso evolutivo en la escuela puede ser vivido como un fracaso personal, tan mortificante que lo puede llevar a la deserción escolar; la vergüenza conduce a la desmotivación y al “fallo en la tarea”.