
¿Qué es el Síndrome de Estocolmo?
Índice
- 1 ¿Cuándo ocurre el Síndrome de Estocolmo?
- 2 ¿Cómo se manifiesta el Síndrome de Estocolmo?
- 3 ¿Cómo se reconoce el Síndrome de Estocolmo? Síntomas
- 4 ¿Por qué la víctima del Síndrome de Estocolmo permanece en la relación abusiva?
- 5 ¿Qué es el Síndrome de Estocolmo y por qué las víctimas permanecen en estas relaciones?
- 6 ¿Cómo puedes ayudar a la víctima que sufre el Síndrome de Estocolmo?
- 7 El síndrome de estocolmo en la pareja
- 8 El síndrome de estocolmo en hijos
- 9 El síndrome de estocolmo en el trabajo
- 10 Conclusión
- 11 Mi recomendación de lectura para entender el Síndrome de Estocolmo
¿Qué es el Síndrome de Estocolmo? El síndrome de Estocolmo es uno de los fenómenos psicológicos más conocidos, pero tan conocido como difícil de comprender para los demás.
El síndrome de Estocolmo hace referencia a la reacción psicológica positiva/dependiente que acaba mostrando la víctima hacia el agresor/maltratador, a pesar de los riesgos a los que se ve sometida.
Este fenómeno social puede manifestarse tanto en situaciones de riesgo, como toma de rehenes, ataque armado, como en situaciones de la vida cotidiana donde las personas desarrollan relaciones interpersonales no saludables.
¿Cuándo ocurre el Síndrome de Estocolmo?
El síndrome de Estocolmo puede manifestarse en la situación de los prisioneros de guerra, en el caso de un secuestro, en las relaciones incestuosas, prácticamente, en cualquier tipo de relación abusiva, en la que se pone en peligro a la víctima.
El síndrome de Estocolmo involucra a una víctima y un agresor, en una relación de sumisión en la que la víctima comienza a cultivar sentimientos de afecto hacia el agresor a pesar de las situaciones de peligro a las que se ve sometida.
El síndrome de Estocolmo puede manifestarse en las relaciones amorosas, independientemente de la edad.
¿Cómo se manifiesta el Síndrome de Estocolmo?
El síndrome de Estocolmo puede manifestarse principalmente como una reacción de supervivencia de la víctima ante una situación de peligro, en la que su vida corre peligro, pero puede ir más allá, a relaciones a largo plazo en las que la víctima niega lo evidente y trata de encontrar circunstancias atenuantes que justifiquen la conducta del agresor.
El síndrome de Estocolmo distorsiona la realidad haciendo que la víctima interprete los pequeños gestos compensatorios del agresor como momentos de bondad, de los que se “alimenta” y sigue manteniendo esta experiencia.
La mayoría de las veces, la víctima es consciente de la situación en la que se encuentra, pero, para evitar el estado de tristeza y desamparo permanente, recurre a mejores sentimientos hacia el agresor, aunque los demás los consideren antinaturales.
A menudo, las víctimas de tales relaciones se niegan a cooperar con quienes les ofrecen ayuda e incluso pueden resistirse y reaccionar violentamente ante estas iniciativas.

¿Cómo se reconoce el Síndrome de Estocolmo? Síntomas
Los signos más comunes del síndrome de Estocolmo son:
- sentimientos positivos alimentados por la víctima hacia el agresor
- sentimientos negativos/rechazo de la víctima hacia la familia, amigos, autoridades que intentan ayudarla
- la víctima encuentra justificaciones a la conducta del agresor
- sentimientos positivos mostrados por el agresor hacia la víctima
- ayuda prestada por la víctima del agresor, en algunos contextos
- la incapacidad de la víctima para salir de esta situación
¿Por qué la víctima del Síndrome de Estocolmo permanece en la relación abusiva?
El agresor induce a la víctima la idea de que no podrá encontrar otra pareja además de él, y sobre todo que no lo aceptará, si llegara a suceder.
Las víctimas empiezan a pensar la situación desde la perspectiva del maltratador, empatizan con él e imaginan las razones por las que el agresor les aplica este trato negativo: por ejemplo, una infancia con trauma podría justificar esta conducta.
Asimismo, mirando los hechos desde la perspectiva del maltratador, las víctimas intentan anticiparse a sus necesidades y deseos, con el fin de evitar posibles reacciones punitivas.
Aún poniéndose en los zapatos del abusador, la víctima muestra reacciones negativas hacia quienes intentan ayudarla, imitando el comportamiento del abusador. Por ejemplo, las víctimas pueden tener arrebatos de ira cuando otros intentan ayudarlas, porque el abusador no toleraría tal comportamiento.
En casos extremos, la víctima puede estar tan unida afectivamente al agresor que puede dejar que le quiten a sus hijos, pero no puede dejar a su pareja.
¿Qué es el Síndrome de Estocolmo y por qué las víctimas permanecen en estas relaciones?
La mayoría de las veces, las víctimas quedan atrapadas en estas relaciones tóxicas debido a limitaciones:
- emocional : las víctimas pierden la confianza en sí mismas y se desmotivan para actuar en busca de una solución
- financiera : a menudo, las víctimas dependen financieramente del abusador, algo que puede convertirse fácilmente en chantaje
- legal – la separación formal viene con la posibilidad de perder la custodia de los niños, con lo que el abusador a menudo amenaza a la víctima. El divorcio también implica la división de los bienes comunes, otro aspecto que podría impulsar la permanencia en esta relación.
- Social : la estigmatización de las familias monoparentales hace que muchas víctimas permanezcan en estas relaciones tóxicas, a menudo los amigos en común se posicionan en un campo u otro, y esto podría llevar a la víctima al aislamiento.
- relacionados con el estilo de vida – dejar una relación abusiva puede significar la pérdida de ciertos privilegios sociales, un nivel de vida deseable para la víctima
Otra razón por la que las víctimas permanecen en estas relaciones tóxicas es la disonancia cognitiva . La disonancia cognitiva consiste en reducir la información y los argumentos para que te sientas cómodo con la decisión que tomaste, manipulando la realidad la mayor parte del tiempo.
Esto se debe a que las personas no soportan contradecirse o desequilibrarse consigo mismas, y entonces buscan las confirmaciones que necesitan para no cambiar su comportamiento.
¿Cómo puedes ayudar a la víctima que sufre el Síndrome de Estocolmo?
“Malo por mal, pero peor no hay mal”, reza un dicho rumano, que expresa la esencia del síndrome de Estocolmo, en el que la víctima no solo no quiere salir de esa relación tóxica, sino que considera que necesita esa relación para sobrevivir, por mucho que los allegados intenten ayudar.
Sin embargo, todavía hay algunas cosas que puede hacer por esa víctima:
- Mantenga una comunicación constante con la víctima, pero elija el canal de comunicación que prefiera. Tal vez las conversaciones telefónicas podrían dar una pista al agresor, así que elige una opción a través de mensajes de texto, por ejemplo.
- Ofrece apoyo emocional como amigo, sin juzgar, acusar y poner etiquetas que puedan alejar a la víctima de ti.
- Recomendar a la víctima que hable con un especialista. Los psicoterapeutas del Centro ZERO en Palma de Mallorca están aquí para ofrecer ayuda especializada en línea y fuera de línea.
- Y por último, pero no menos importante, dale tiempo.
El síndrome de estocolmo en la pareja
El Síndrome de Estocolmo en la pareja, también conocido como «Síndrome del Cónyuge Abusado», es una forma de violencia psicológica que ocurre en relaciones desequilibradas de poder, en las cuales uno de los miembros de la pareja abusa del otro de manera recurrente.
En estas situaciones, el miembro abusado puede desarrollar una fuerte dependencia emocional hacia su agresor, llegando a sentir miedo, vergüenza y culpa por su situación. Puede llegar a justificar y minimizar el abuso que sufre, e incluso a culparse a sí mismo por ello.
Además, en algunas situaciones, el miembro abusado puede desarrollar sentimientos de simpatía y empatía hacia su agresor, llegando a justificar o excusar su comportamiento violento. Esto se debe a que la persona abusada puede llegar a internalizar las ideas y creencias del agresor, y a creer que es incapaz de hacer frente a la situación por sí misma.
Es importante destacar que el Síndrome de Estocolmo en la pareja no es culpa de la persona abusada, sino que es una respuesta psicológica a una situación de violencia y control. La mejor forma de prevenir o superar esta situación es a través de la búsqueda de ayuda psicológica y legal para el miembro abusado, ya que la violencia y el control en una relación pueden tener consecuencias graves y duraderas para la salud mental y emocional de las personas involucradas.
El síndrome de estocolmo en hijos
El Síndrome de Estocolmo en hijos, también conocido como «Síndrome del Niño Maltratado», se refiere a la situación en la que un niño o niña que ha sufrido abuso o negligencia por parte de un padre, cuidador u otro adulto, desarrolla una fuerte dependencia emocional hacia su agresor y justifica o minimiza el abuso que está sufriendo.
En estas situaciones, el niño o niña puede llegar a sentirse atrapado en la relación abusiva y a creer que no hay nada que puedan hacer para escapar de ella. Pueden sentir miedo y amenaza hacia el adulto abusador, y al mismo tiempo, buscar su aprobación y protección. El niño o niña puede llegar a sentir que el abuso es normal, justificado o merecido, y puede llegar a culparse a sí mismo por ello.
El Síndrome de Estocolmo en hijos es una forma de trauma complejo y puede tener consecuencias graves y duraderas para la salud mental y emocional del niño o niña. Es importante destacar que el niño o niña no es responsable del abuso que sufre y que buscar ayuda es esencial para su bienestar y recuperación.
La prevención y tratamiento del Síndrome de Estocolmo en hijos incluye la identificación temprana del abuso, la intervención de servicios sociales y la terapia psicológica para el niño o niña y su familia. Es fundamental que los adultos involucrados en la vida del niño o niña, incluyendo familiares, profesionales de la salud y educadores, estén atentos a las señales de abuso y actúen en consecuencia para proteger al niño o niña de futuros daños y ayudar en su recuperación.
El síndrome de estocolmo en el trabajo
El Síndrome de Estocolmo en el trabajo se refiere a una situación en la que un empleado desarrolla sentimientos de lealtad, simpatía o empatía hacia su jefe o empleador, a pesar de que el trato que recibe por parte de éste es injusto o abusivo.
En estas situaciones, el empleado puede sentirse atrapado en la relación laboral y creer que no puede encontrar otro trabajo o que no merece algo mejor. Puede llegar a justificar el comportamiento del jefe o empleador, minimizando los abusos que sufre y creyendo que son merecidos o que los está exagerando. Además, puede sentir miedo, ansiedad o culpa por cuestionar o desafiar el comportamiento del jefe o empleador.
El Síndrome de Estocolmo en el trabajo puede tener consecuencias graves para la salud mental y emocional del empleado, incluyendo estrés crónico, ansiedad, depresión y otros trastornos psicológicos. Además, puede limitar las oportunidades de carrera y la calidad de vida del empleado.
Es importante destacar que el Síndrome de Estocolmo en el trabajo no es culpa del empleado, sino que es una respuesta psicológica a una situación de poder desequilibrado. La mejor forma de prevenir o superar esta situación es a través de la búsqueda de ayuda psicológica, la denuncia de los abusos y la búsqueda de otras opciones laborales si es posible. Los empleadores también deben tener en cuenta que el abuso en el lugar de trabajo es inaceptable y tomar medidas para prevenir y abordar esta situación.
Conclusión
En conclusión, el Síndrome de Estocolmo es un fenómeno psicológico complejo que puede ocurrir en situaciones de rehenes o secuestros. Las personas que experimentan este síndrome pueden desarrollar sentimientos de simpatía, empatía e incluso amor hacia sus captores, lo que puede llevar a comportamientos inusuales e incluso peligrosos.
Es importante destacar que este síndrome no es exclusivo de las situaciones de rehenes, sino que puede ocurrir en otras relaciones desequilibradas de poder, como en relaciones abusivas o en el lugar de trabajo. Es fundamental que las personas que experimentan el Síndrome de Estocolmo reciban atención y apoyo psicológico para superar los efectos negativos que esta experiencia puede tener en su bienestar emocional y mental.
En general, el Síndrome de Estocolmo es un ejemplo fascinante de cómo la mente humana puede adaptarse y lidiar con situaciones de alta tensión y estrés, pero también es un recordatorio de lo importante que es prestar atención a nuestra propia salud mental y buscar ayuda cuando la necesitamos.