
Cómo aceptar nuestros propios errores
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Tuve un año extremadamente ocupado y difícil. Un año que ha consumido tantos de mis recursos que he llegado a preguntarme dónde puedo obtener más para poder mantenerme saludable emocionalmente y ciertamente físicamente, incluso si todavía no siento los efectos de la fatiga en la salud. Estoy muy feliz de ver cómo me fue y cuántas cosas geniales hice, pero me obsesionan algunos momentos que me cuesta entender y aceptar.
Consciente o inconscientemente, inevitablemente terminamos cometiendo varios errores. Cuantos más recursos necesitamos porque estamos pasando por un período difícil, ocupado o de alto riesgo, menos recursos tenemos para las cosas que nos rodean y que sentimos que no van a desaparecer, por ejemplo, las relaciones y los niños. Quienes son padres saben lo exigentes que pueden ser sus pequeños en determinados momentos de su vida. Ana tiene 3 años y pocos meses y está en plena fase de rigidez cognitiva, cuando todo es con ¡NO!, ¡SI, SÍ!… Imagínense cómo me pasó a mí, justo a lo largo de este año con tanto muchos muchos proyectos!
Todo el mundo tiene sus propios mecanismos de afrontamiento, que se activan en esos momentos para protegernos de cualquier daño que nos pueda ocurrir del medio ambiente. Sé que a veces no estuve tan presente en su vida; que, en otros momentos, no tuve recursos para explicarle algo innumerables veces y preferí imponerle unas reglas irracionales; y sé que de vez en cuando ese «no» rotundo suyo se convertía en un «no» rotundo mío que la lastimaba. Su necesidad de sentirse segura la ha hecho perdonarme cada vez, pero para mí perdonar parece requerir mucho trabajo. Cuando nuestro comportamiento, nos demos cuenta o no, hace que otros sufran, ¿cómo vencemos la culpa? ¿Cómo podemos desarrollar una relación sana con esta emoción que no tenemos forma de hacer desaparecer?
Por suerte mi vida profesional (la que consume tantos de mis recursos) también viene con respuestas a mis preguntas con contenido emocional o conductual. Así, los estudios nos ofrecen algunas sugerencias a la hora de gestionar la culpa:
1. ¡Sea honesto y diga dónde se equivocó!
Encontré una cita (muy significativa) de Oscar Wilde: «¡Es la confesión, no el sacerdote, lo que nos trae el perdón!» Una vez que hemos reconocido nuestra falta, podemos hacer algo para arreglarla. Este es el primer paso hacia la acción correctiva.
2. ¡Quédate con tus emociones!
Es especialmente importante conocer nuestros sentimientos, saber cuál es su causa y, hasta que lleguemos a solucionarlos, aprender a tolerarlos. Precisamente porque nos cuesta tanto tolerar las emociones, muchas veces acabamos activando mecanismos de defensa que solo empeoran el problema.
3. ¡Aprende a aceptarte!
Tan simple como es decir, es tan difícil de hacer. Para hacer esto, necesitamos honestidad y autoaceptación. Y cuando aprendemos a sentarnos con nuestras emociones, a comprenderlas, significa que hemos dado el primer paso hacia la aceptación.
4. ¡Perdónate a ti mismo!
No podemos cambiar las cosas que hemos hecho, y como dice Brené Brown , en ese momento, hicimos lo que mejor sabíamos. Y esto no significa «acostarme» y no arreglar nuestros errores, sino que puedo aprender a aceptar el pasado, perdonarme y asumir conscientemente la responsabilidad de cambiar lo que se puede cambiar.
Con los pasos que describí anteriormente en mente, concluyo con una pregunta que es difícil de responder para todos nosotros: ¿Qué tan saludable es su relación con la culpa?
¿Cómo detectar nuestros propios errores?
Detectar nuestros propios errores puede ser un proceso difícil y a veces doloroso, pero es importante para nuestro crecimiento y desarrollo personal. Aquí hay algunos consejos para ayudarte a detectar tus propios errores:
- Reflexiona sobre tus acciones: Dedica tiempo a reflexionar sobre tus acciones y decisiones. Pregúntate qué podrías haber hecho mejor o de manera diferente.
- Sé honesto contigo mismo: Sé honesto contigo mismo acerca de tus fortalezas y debilidades. Acepta tus errores y no los niegues o los justifiques.
- Pide retroalimentación: Pide retroalimentación a personas en las que confías, como amigos, familiares o colegas de trabajo. Pregúntales su opinión sobre tus acciones y decisiones, y cómo podrías haber hecho las cosas de manera diferente.
- Mantén un diario: Mantén un diario en el que puedas registrar tus pensamientos y acciones diarias. Esto puede ayudarte a ser más consciente de tus patrones de pensamiento y comportamiento, y a detectar cualquier error o patrón problemático.
- Busca recursos externos: Busca recursos externos, como libros, artículos o videos, que puedan ayudarte a identificar y superar tus errores. Busca información de expertos en el tema que te interesa.
En general, detectar nuestros propios errores requiere honestidad, reflexión y a veces ayuda externa. Aprender de nuestros errores nos ayuda a crecer y a mejorar, y es un proceso clave para nuestro desarrollo personal.
Conclusión
En conclusión, aceptar nuestros propios errores puede ser difícil, pero es esencial para nuestro crecimiento y desarrollo personal. Aprender de nuestros errores nos ayuda a mejorar nuestras habilidades, relaciones y perspectivas. Para aceptar nuestros errores, debemos ser honestos con nosotros mismos, reflexionar sobre nuestras acciones, pedir retroalimentación, mantener un diario y buscar recursos externos. Aceptar nuestros errores no solo nos ayuda a superar nuestros desafíos, sino que también nos permite tener una mentalidad más positiva y resiliente. Al aprender a aceptar y aprender de nuestros errores, podemos convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos.