Conceptos erróneos que rodean al perdón

El perdón es algo que todos anhelamos cuando nos equivocamos, sin embargo, es un acto que muy pocos de nosotros podemos o estamos dispuestos a realizar a cambio. En el fondo, es un concepto simple. Deja ir el dolor o la injusticia que estás sintiendo y absuelve a la otra parte de su culpa, según las circunstancias. Pero cuando se trata de la crisis, hay un bloqueo mental. Nuestras emociones toman el control y la mente del ego reproduce un fragmento tras otro en nuestra cabeza. Nos aferramos a nuestro enojo con ambas manos, representando tantos escenarios hipotéticos como podamos imaginar relacionados con el cierre. Todos menos el perdón.

Para muchos, se ha convertido en una virtud olvidada, especialmente en la cultura occidental y entre los hombres en particular. Se percibe como una debilidad. En otras partes del mundo, hay un mayor énfasis en el perdón como práctica de restauración, como ocurre con el budismo y el acto de bondad amorosa. Sin embargo, este tipo de pensamiento sigue siendo la excepción y no la norma. Nos hemos formado muchos conceptos erróneos sobre su papel en el proceso de curación; se ha convertido en el elefante de la habitación. Es cierto que el perdón incondicional es una habilidad que muchos todavía tienen que dominar en sus relaciones personales.

Aquí hay algunos pensamientos que debe tener en cuenta si está luchando con el proceso de curar sus traumas pasados:

Perdona a la persona, NO al acto en sí

Ésta es la razón principal por la que tantas personas no solo refutan la idea, sino que a menudo se sienten ofendidas por su mera sugerencia. Es comprensible por qué a veces puede ser así, especialmente en situaciones en las que puede haber casos de abuso sistémico y prolongado, por ejemplo. Esperar que alguien perdone en este contexto puede parecer como si se esperara que condonara los delitos cometidos en su contra. Esto no es lo que se sugiere. El acto sigue siendo inexcusable para siempre, y el abusador siempre debe rendir cuentas por completo. Sin embargo, al extender el perdón a la persona, lo haces por tu propio bien, no por el de ellos. Y para aclarar, no hay más interacción. Simplemente perdona y suelta para reclamar el poder del que esos horribles eventos te habían privado durante tanto tiempo.

El perdón comienza tomando una decisión, pero es un proceso

Es común asumir que el perdón es una decisión rápida, un sí o no binario antes de continuar con nuestras vidas. Esto se puede atribuir principalmente al tipo de actos que perdonamos a diario. Excusamos a la gente por trivialidades menores casi sin pensar, así que cuando se nos pide que perdonemos algo o alguien en una escala mucho mayor, parece impensable. Solo conocemos una forma de perdonar, y hacerlo con una actitud tan indiferente puede resultar casi degradante. Sin embargo, cuando se trata de una infracción grave, el perdón se trata mucho más del proceso. Trabajas perdonando a alguien. Aceptas lo que ha sucedido; se aflige y se purga de los malos sentimientos de ira, tristeza y dolor. Poco a poco, estas emociones residuales disminuyen con el tiempo, hasta que las deja ir por completo.

El perdón te debilita

Aunque el perdón está lejos de ser un problema específico de género, definitivamente puede ser un punto de conflicto entre ciertos hombres. Perdonar es perder la cara; te arroja como débil. Y donde otros sienten debilidad, perciben una oportunidad para poner a prueba los límites. Pero esta línea de pensamiento también se puede aplicar a los casos de abuso, como se mencionó en el punto anterior. Puede existir la sensación de que el acto de perdonar erosiona el carácter y se compara con una forma de entrega. Una vez más, este simplemente no es el caso. La verdad es que se necesita mucho valor para perdonar a quienes nos han hecho daño de manera tan impactante. Va en contra de todos nuestros instintos primarios básicos. Caminar por el camino del perdón es mostrar una gran integridad y fortaleza de carácter.

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