
El deporte como potenciador de nuestra esencia vital
Cuando salgo a correr, no importa dónde esté, en el parque, en el gimnasio o en la carretera, cada vez puedo sentir toda la negatividad saliendo de mi cuerpo. Toda la ira, el estrés de esta vida frenética que siempre está enfocada en trabajar y no en mi bienestar, toda la ansiedad y las preocupaciones por tonterías, pasan por mi cuerpo y me dejan. Siento que vuelvo a ser dueño de mi cuerpo, entro en contacto con la parte real de mí y vuelvo a nacer un poco cada vez que lo hago. Es un momento privado en el que no necesito mostrarle a otras personas quién soy, es un pequeño espacio donde no necesito parecer otra persona, solo ser yo mismo.
Todo el mundo es consciente de la relación entre la actividad física y la salud, la evidencia científica ha demostrado cuánto la actividad física puede ayudarnos a llevar una vida más saludable.
Desde un punto de vista neurológico, la investigación internacional ha demostrado cómo los deportes producen efectos positivos no solo en nuestro bienestar general, sino también en nuestro sistema neurológico.
En particular, existe una buena evidencia científica de que el deporte es eficaz para reducir el riesgo de pérdida de memoria. Sea cual sea su edad, cuanto mayor sea la variedad de deportes que pueda practicar, más se estimulará su sistema neurológico. Algunas actividades como el tenis, la natación o la carrera son muy importantes para la coordinación oculomotora y pueden desarrollar sus capacidades propioceptivas. Otros, como andar en bicicleta o esquiar, mejoran su capacidad de equilibrio. Las actividades aeróbicas pueden ayudar a detener el envejecimiento cerebral, generando una nueva producción de células del hipocampo que son muy importantes y no solo para la memoria.
Algunas teorías coinciden en que la actividad física tiene un papel importante en la canalización de las emociones, en particular la agresividad porque facilita la descarga de las emociones acumuladas. La práctica de deportes ayuda al individuo a manejar y controlar sus emociones. Los expertos señalan la importancia del deporte en la infancia y la adolescencia porque también puede ayudar a prevenir el desequilibrio emocional.
Por tanto, la actividad física puede tener una función terapéutica, también puede ayudar a curar emociones negativas como la apatía, la inquietud o la depresión. De hecho, promueve la relajación de los músculos y el sentido del ritmo. Libera los instintos vitales más profundos y naturales. Si las actividades están debidamente guiadas, podría ayudar a reconstruir la autoestima, que es un elemento típicamente deficiente en personas que experimentan sentimientos depresivos.
Además, los deportes practicados al aire libre en contacto con el medio natural, nos brinda el beneficio de desarrollar un aprecio por la naturaleza y de ver cómo somos parte del mundo natural.
El deporte nos enseña a estar en armonía con la vida y a centrarnos en la esencia vital de nosotros mismos.
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