Cómo superar la culpa cotidiana

Cómo superar la culpa cotidiana

«¡No me estoy esforzando lo suficiente!» o «¡No debería haber dicho que no!». Estos son solo algunos de los mantras negativos que nos decimos a nosotros mismos cuando nos sentimos culpables. Esta emoción, que muchos catalogamos como difícil, puede ser una señal honesta que nos advierta cuando la hemos cagado. Pero a veces la culpa no se trata de algo que hayamos hecho mal, se basa en una expectativa vaga, irrazonable o no realizada de qué tipo de persona deberíamos ser. 

Cuando hemos hecho algo malo o lastimado a alguien, la culpa aparece como una guía, guiándonos y dándonos energía para arreglar la situación, podemos decir que tiene una sensibilidad para cuidar a los demás y mantener las relaciones. Pero también nos visita cuando tenemos la sensación de que hemos hecho algo mal. Y aquí, la situación es un poco diferente: aunque las dos situaciones se sienten igual, no son lo mismo. Veamos cómo, exactamente.

Gabor Maté (famoso psicólogo)  dice que cuando somos pequeños aceptamos y seguimos las expectativas de nuestros padres o cuidadores, y esto viene con una gran recompensa: asegura nuestra supervivencia y apego. Así es como adquirimos el mecanismo en el que se basa la culpa, ese que nos dice “sería mejor no…”. Hasta ahora, creo que podemos estar de acuerdo en que la culpa es un amigo confiable, ¡y lo es! Es solo que, en la edad adulta, ya no sabe que no eres un niño y trata de guiarte según las mismas creencias y valores del pasado. Y así es como terminas diciendo el clásico «Debería haber…», que te bloquea en el pasado e influye en tus decisiones en el futuro. 

Hay muchas situaciones en las que dejamos que la culpa se siente en el asiento del conductor, tomando el control de nuestras vidas. Es natural sentir cualquier tipo de emoción «negativa», pero lo que no queremos es que se apodere de nuestras decisiones. 

Consejo práctico #1 

Puedes manejar la culpa definiendo tus expectativas más claramente.  Cuando te encuentras diciéndote a ti mismo que no has hecho lo suficiente o que no eres lo suficientemente bueno como padre, estableces una expectativa vaga y sientes que no has cumplido esa expectativa. Eso es porque no está definido. 

Entonces, sea más específico y pregúntese cuánto sería suficiente o cuánto es más en el contexto actual de su vida. Después de entrenarse para volverse más concreto al establecer estos hitos, dése permiso para adaptarlos de una manera que sea realista y esté basada en la realidad de su vida. 

Por ejemplo: “Debería poder mantener mi horario y mis actividades, incluso después de convertirme en padre. ¿Por qué es tan difícil para mí ahora, solo estaba haciendo esto antes?».   En tales situaciones, vale la pena explorar lo que es importante para usted en este momento, definiendo expectativas concretas. Compruebe si se basan en un conjunto de creencias adquiridas en la infancia. Algunos pueden impedir que descubras cómo harías las cosas.

Consejo práctico #2

Permítete ser curioso haciéndote algunas preguntas. Lo que pensamos sobre una situación determina nuestra emoción. En este proceso de pensamiento-emoción, los invito a entrenar juntos su curiosidad.

  • ¿Qué desencadena exactamente tu culpa? 

Por ejemplo, muchos padres tienen como desencadenante el rendimiento escolar del niño. Vea cuáles son esas situaciones o áreas en su vida que presionan el botón de culpa.

  • Investiga el pensamiento

¿Qué me dicen de este disparador? ¿Qué digo, por qué me haces sentir que hice algo mal? Tal vez encuentre que suene más o menos así: «No soy un buen padre, por lo que a mi hijo no le va muy bien en la escuela».

  • Reemplaza la mentira

¿Cuál sería una evaluación más válida de la situación? ¿Quién, además de mí, puede contribuir a esta situación?

Y la reformulación podría sonar más o menos así: «A mi hijo no le va muy bien en la escuela, tal vez valga la pena ver cómo podemos ayudarlo».

  • Encuentra la evidencia

 Decirse a sí mismo que no es su culpa y reformular no es suficiente si no busca la evidencia para creerlo realmente. ¿Cuáles son esas pruebas que te dicen que no se trata de que no seas un buen padre? Bueno, lo que se me ocurre es que para muchos niños, ciertas materias son difíciles, y algunos de ellos pueden incluso ser compañeros de clase. Esto quiere decir que los padres de los otros niños no son lo suficientemente buenos, o que él necesita más ayuda en ese asunto, y eso no tiene nada que ver con la historia que te está contando la culpa.

Consejo práctico #3

¡Sé agradecido cuando te sientas culpable! Quizás el desencadenante de culpa más común es verbalizar NO. Aprendimos que no es agradable, tal vez incluso teníamos miedo de decirlo frente a nuestros padres, y así perdimos el contacto con el bienestar que sentimos cuando atendemos nuestras necesidades, reemplazándolo con culpa. Cuando dices NO a atender tus necesidades, y aparece la culpa, te invito a ver su aparición como un mensaje de que has hecho algo por ti!

Muchos no han visto autocuidado en la familia de origen, sino quizás sacrificio y procrastinación. Hacerlo de manera diferente puede transmitirte que has hecho algo mal. 

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