
El «síndrome de Calimero» o la mentalidad de víctima
Índice
Nos quejamos, cada vez con más frecuencia, de las generaciones de jóvenes que vienen y tratan de imponer sus límites dentro de la sociedad. Los señalamos con el dedo y no les damos espacio, considerando que es su culpa por todo lo que sucede a nuestro alrededor. Es un fresco que encontramos en cualquier contexto social: en el supermercado, en el transporte público, en el teatro, en el cine, etc. Y sin embargo, nadie piensa en la responsabilidad que tiene hacia su propia persona y lo que podríamos hacer en nuestra tribu (a nivel micro) para poder, uno por uno, desempeñarse a nivel macro.
¿Qué es ser un Calimero?
«Calimero» es un término coloquial que se utiliza para referirse a personas que se perciben a sí mismas como víctimas constantes de situaciones injustas y desfavorables, y que se sienten impotentes para cambiarlas. Esta actitud puede estar relacionada con una baja autoestima, inseguridad, ansiedad o depresión. Se dice: calimero es una injusticia, porque siempre que que todo lo malo le va a pasar a el.
También nos recuerda a la serie Calimeroo con su típica frase: es una injusticia calimero.
Como psicólogo, podría explicar el término «Calimero» en términos de la teoría de la atribución. La teoría de la atribución se refiere a la forma en que las personas explican y hacen juicios sobre las causas de los eventos en sus vidas. Cuando se experimentan eventos negativos, las personas tienden a buscar explicaciones que les permitan mantener su autoestima y protegerse de la responsabilidad o culpa. Por ejemplo, pueden atribuir las causas de sus fracasos a factores externos, como la mala suerte o la injusticia del mundo, en lugar de reconocer su propia responsabilidad. Si piensas en Calimero el significado que te viene a la cabeza es de una persona insignificante y de mentalidad de víctima.
La actitud de «calimero» puede ser perjudicial para la salud mental, ya que puede mantener a la persona en un estado de victimización constante y perpetuar la sensación de impotencia y falta de control. Como psicólogo, se podría trabajar con la persona para fomentar una actitud más positiva y proactiva, ayudándole a identificar los factores que sí puede controlar y a desarrollar estrategias para mejorar su situación y su bienestar emocional.

¿Qué hay detrás de una persona quejosa?
Como experto, puedo decir que hay varios factores que pueden estar detrás de una persona quejosa:
- Insatisfacción personal: Las personas que se quejan con frecuencia a menudo tienen una sensación constante de insatisfacción en su vida. Pueden sentir que las cosas no van como deberían o como ellos esperan, lo que los lleva a quejarse constantemente.
- Baja tolerancia a la frustración: Las personas que tienen una baja tolerancia a la frustración pueden sentirse abrumadas o desanimadas cuando las cosas no van según lo planeado. Como resultado, pueden expresar sus frustraciones y quejas con más facilidad que las personas que tienen una mayor tolerancia.
- Falta de habilidades sociales: A veces, las personas que se quejan con frecuencia no saben cómo expresar sus sentimientos o inquietudes de manera adecuada. Es posible que no tengan las habilidades sociales necesarias para resolver conflictos o comunicar sus necesidades de manera efectiva.
- Necesidad de atención: Algunas personas pueden utilizar las quejas como una forma de llamar la atención de los demás. Pueden sentirse ignorados o subestimados, y utilizar la queja como una forma de obtener la atención que necesitan.
- Problemas de salud mental: La ansiedad, la depresión y otros problemas de salud mental pueden hacer que una persona se sienta abrumada o infeliz. Como resultado, es posible que expresen sus emociones negativas a través de la queja.
Es importante tener en cuenta que la queja en sí misma no es necesariamente un problema. La queja puede ser una forma saludable de expresar una preocupación o de buscar soluciones a un problema. Sin embargo, cuando la queja se convierte en un patrón constante y sin fin, puede tener efectos negativos en la vida de la persona y en sus relaciones con los demás. Por eso, es importante abordar las causas subyacentes de la queja y buscar formas más constructivas de lidiar con las emociones negativas.
¿Cómo evitar el «síndrome de Calimero»?
El síndrome de Calimero se refiere a un patrón de pensamiento en el que uno se siente víctima de las circunstancias, con una actitud de «a mí siempre me pasa lo mismo» y una tendencia a culpar a los demás por sus problemas.
Como psicólogo, una forma de evitar el «síndrome de Calimero» es fomentar una actitud de responsabilidad personal y empoderamiento en los clientes. Algunas estrategias específicas que podrías utilizar incluyen:
- Enfatizar la importancia del pensamiento positivo y la visualización de objetivos: Ayuda a los clientes a desarrollar una mentalidad proactiva en la que puedan concentrarse en sus objetivos y visualizar un futuro positivo.
- Fomentar la autodeterminación: Enséñales a los clientes a tomar decisiones conscientes y a asumir la responsabilidad de sus acciones, en lugar de culpar a los demás o a las circunstancias externas.
- Trabajar en habilidades de afrontamiento: Enséñales a los clientes habilidades efectivas para manejar el estrés y la adversidad, como la resolución de problemas, la comunicación efectiva y la atención plena.
- Enseñar habilidades de resiliencia: Ayuda a los clientes a desarrollar habilidades para enfrentar y superar los obstáculos, y a aprender de las situaciones difíciles para poder crecer y mejorar.
En resumen, como psicólogo, es importante ayudar a los clientes a desarrollar una mentalidad positiva, una actitud de responsabilidad personal y habilidades efectivas para enfrentar y superar los desafíos de la vida. Esto les ayudará a evitar el «síndrome Calimero» y a tomar el control de sus propias vidas.
No podemos elegir la familia de la que venimos, aunque tendemos a culpar a todo lo que no nos gusta de que lo «heredamos». Pero, con el tiempo, nos damos cuenta de que es nuestro derecho y sobre todo nuestra obligación cambiar algo que no nos conviene (ya se trate de un vicio presente en familias disfuncionales, o de una situación material o familiar, etc.).
Asumir la responsabilidad no es un proceso fácil (la mayoría de las veces llevamos en el equipaje traumas de la vida, historias que nos marcaron y dejaron cicatrices en el alma, que, quizás, ni siquiera nos explicamos después). Y es un proceso que lleva tiempo (de hecho, es la sociedad la que nos permite no trazar un límite de tiempo claro). Pero hay que saber que siempre podemos recurrir a una ayuda especializada, que a través de la dulzura, la compasión y la conexión, nos revelará las razones por las que tendemos a ponernos contra la pared, considerando que así nos será mucho más fácil. Sin embargo, encontrar soluciones se está revelando, en el contexto en el que dejamos pasar la «tormenta» y nos enfocamos en lo que tenemos que hacer.
Cuando una pareja se separa, la tendencia es buscar culpables (construir escenarios sesgados para uno u otro), sin saber exactamente qué pasó dentro del hogar y sin pensar en el bien de cada uno en su camino.
El entorno en línea también contribuye a alimentar este resentimiento que nos lleva a arrojar barro a todo lo que encontramos anormal. Incluso tendemos a señalar con el dedo a personas que consideramos más débiles e impotentes (a las que, muy probablemente, no conocemos), sin darnos cuenta de que más allá de esas claves se esconde toda una especie de -lo nuestro- con emociones, traumas, problemas, insatisfacciones, varias heridas sin cicatrizar y falta de confianza en sí mismo.
La victimización constante y culpabilizar a los demás por las diversas situaciones que atravesamos se denomina «síndrome de Calimero» (concepto popularizado por el psicoanalista francés Saverio Tomasella). La expresión caracteriza a quienes no encuentran ningún aspecto positivo en su existencia y culpan a los aspectos externos, independientes de su propia persona, de todo lo que les sucede. Escuchar, comprender e identificar puntos de apoyo son las bases para pasar de la victimización al empoderamiento.
Permanecer en el mismo estado de victimización significa un bloqueo en el sufrimiento, que solo nos sirve para responder, a su vez, con el mismo sufrimiento al bienestar de otro o lo exteriorizamos arrojándolo sobre las espaldas de los demás. (La mayoría de las veces, relacionamos nuestra infelicidad diaria con una muestra de bienestar que muestra el otro. Por ejemplo, una foto en la que el otro se ve feliz nos trae aún más amargura, porque no nos preguntamos si esa persona tuvo un mal día y solo quería recordar algo agradable.)
La responsabilidad y la culpa no están en la misma escala. Pero en lugar de quejarnos de ciertos aspectos negativos que vivimos, sería saludable dirigir nuestra atención a las soluciones, a lo que podemos hacer para no perpetuar la negatividad, para “reconfigurar nuestro camino” y encontrar el equilibrio. Al mismo tiempo, mirando desde fuera, si encontramos a nuestro alrededor personas que no están pasando por sus mejores momentos, lo primero que podemos hacer es no responderles con la misma moneda, sino ser conscientes de que, detrás de un comportamiento diferente, hay mucho sufrimiento (quizás en recuperación o quizás todavía inconsciente). Así que dar espacio al otro y luego encontrar un camino intermedio para un posible diálogo puede traer luz e incluso un cambio de perspectiva.
Es muy fácil juzgar, señalar con el dedo, etiquetar, incluso es una especie de «deporte». Pero alimentar tales comportamientos solo conduce a la deshumanización y la pérdida de empatía y compasión que debería existir entre nosotros.
Estamos genéticamente diseñados para vivir vidas interconectadas y tenemos el poder de salvarnos a nosotros mismos a través de las relaciones. Pero es bueno saber que este es un proceso a largo plazo que a veces requiere ayuda (que debemos aceptar, si queremos que se rompa el círculo vicioso y podamos trabajar por nuestro propio bienestar). No nacemos con un manual de instrucciones, ni nadie dice que la vida es fácil. Pero podemos hacer bien lo que tenemos, si enfocamos nuestra atención en nosotros mismos, en la responsabilidad individual para la evolución y la acción.
Conclusión
En conclusión, el síndrome de Calimero se refiere a una mentalidad de víctima en la que las personas se ven a sí mismas como constantemente perjudicadas y perseguidas por circunstancias fuera de su control. Esta mentalidad puede llevar a sentimientos de frustración, enojo y amargura, y puede impedir que las personas tomen medidas para cambiar su situación.
Es importante reconocer que aunque es natural sentirse desanimado o desesperado en ciertas situaciones, adoptar una mentalidad de víctima puede ser dañino para nuestra salud mental y bienestar en general. En lugar de aferrarse a la idea de que todo está en su contra, las personas deben tratar de adoptar una mentalidad más positiva y proactiva, enfocándose en lo que pueden hacer para cambiar su situación y superar los obstáculos.
Además, para superar el síndrome de Calimero, es importante aprender a reconocer y cuestionar nuestros pensamientos negativos y a desarrollar habilidades para manejar el estrés y la adversidad. Si bien puede ser difícil al principio, con práctica y esfuerzo, es posible superar la mentalidad de víctima y adoptar una mentalidad más positiva y constructiva en la vida.